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Monthly Archives: agosto 2016

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aprendo a atar los cordones

Atarse los cordones de los zapatos es un hábito de autonomía que suele costarles adquirir, pues hacer nudos y lazadas requiere no sólo un dominio motriz de los dedos, sino una buena coordinación oculo-manual y orientación espacial.

La edad adecuada para aprender es entre los 4 y los 6 años, dependiendo de cada niño, nunca antes de que  distingan entre derecha e izquierda.

Para que les sea más fácil podeis tener en cuenta estos consejos:

– usa unas plantillas para que practiquen.

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-separa la tarea en diferentes pasos para que sea un aprendizaje progresivo. Puedes preparar una secuencia gráfica.

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-usa una canción, rima o cuento como apoyo para que recuerde los pasos a seguir.

«TOMANDO LAS DOS PUNTAS, UNA CRUZ DEBES FORMAR: PASA UNA POR LA «CUEVA» Y AHORA LA ESTIRARÁS.
OBSERVA… ¡GENIAL! ¡SE FORMÓ UN NUDO! LLÉVALO HASTA ABAJO  SIN NINGÚN APURO.
TOMA UN CORDÓN FORMA UNA OREJITA, EL OTRO  LA ABRAZA  Y SE METE EN LA «CUEVITA».
CUANDO YA ESTÉN LAS DOS OREJITAS, CON UN NUDO EN EL MEDIO, ¡QUEDARÁN MÁS BONITAS!»

-para enseñarles un ejemplo colocaros a su lado, no enfrente ( recordad que debe distinguir bien entre dcha. e izq., evitad el efecto espejo).

-si tu niño es zurdo tenlo en cuenta, practica tu antes para usar la mano izq. como mano dominante.

-Intentad usar todos el mismo método de enseñanza para no confundirlo.

Pero sobre todo: paciencia y perseverancia.

 

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la temida «operación dejar pañal»

Es agosto y los padres de niños de 3 añitos que se estrenarán en el colegio en septiembre se preocupan por un tema que desde muchos frentes les presiona: el control de los esfínteres. El primer verano tras cumplir los dos añitos se antoja el momento ideal para quitar el pañal, pero no es tanto así: el momento ideal es distinto para todos.

En muchos colegios –por no decir que en todos– exigen que los pequeños al empezar el cole sepan pedir ir al baño e incluso que vayan solitos . Escuchamos historias de otros padres a los que les entregaron a su niño diciéndoles que por favor volviera al colegio solo cuando ya no se hiciera pis o caca encima. O que tras todo el día en el cole, el niño saliera empapado de arriba a abajo porque “yo no lo puedo cambiar señora”.

Esta claro que un profesor con 25 alumnos pequeñitos no puede estar pendiente y corriendo de un lado para el otro lavando, limpiando y cambiando culetes sucios, pero también debería estar claro que, aunque hay muchos niños que desde los dos años e incluso antes, ya piden quitarse el pañal e ir al baño o usan correctamente el orinal, no son todos iguales y a algunos les cuesta más. Presionarlos para que aprendan a hacerlo puede ser contraproducente y frustante tanto para los niños como para nosotros. Hay que darles su tiempo, acompañarlos en el proceso y ayudarles pero sin obligarles.

Os cuento un poco de mi experiencia personal. Cuando nacieron mis mellizos el momento “quitar el pañal y controlar esfínteres” me asustaba muchísimo! Y eso que con mi hijo mayor todo fue muy natural, a su ritmo y a pesar de que era muy pequeño aún lo logramos rapidísimo y sin mayores contratiempos (no tenía los dos años y ya no usaba pañal de día y antes de los 3 tampoco de noche). El sólo pensar entrenar a dos al mismo tiempo, me hacía imaginarme unas situaciones loquísimas en las que uno se meaba mientras yo estaba en el váter con el otro o que por pelearse para llegar al baño antes que el otro, se mearan los dos. O ir persiguiendo rastros de caca por los pasillos.

Pues nada más lejos de la realidad!! Ellos mismos, al rededor de los dos años y medio, quisieron empezar a experimentar, y era diciembre, pleno invierno!!

Cada uno tenía su orinal y teníamos un adaptador para el váter. El niño prefería el primero y la nena se decantó por el segundo. Poco a poco se acostumbraron pero ellos probaron a hacer sus cositas a su manera y ahora que ya casi tienen 4 años van solitos, con algo de compañía y ayuda sobre todo para limpiar el culete. La nena es más independiente y al nene no le gusta mear de pie. A esta edad, mi hijo mayor ya llevaba dos años yendo solo al baño y no quería que nadie le ayudara.

Con mi relato sólo quiero que os hagáis una idea de que cada niño es distinto, de que el control de esfínteres no es algo que se aprende, sino que es algo inherente al desarrollo del niño: cuando esté preparado ya lo hará él solito. Nosotros le ayudaremos a identificar dónde debe hacerlo, pero no cuándo. Lo descubrirá por sí mismo. Además, este es un proceso largo que no finaliza hasta los 5 ó 6 años cuando ellos ya reconocen con claridad cuándo tienen la necesidad del ir al baño y lo hacen a voluntad.

Reconocer las señales y actuar… pero sin prisas.

Al rededor de los 18 meses los niños empiezan a reconocer cuando tienen ganas de hacer pis y apartir de ese momento podrían empezar a aguantar pequeños períodos de tiempo.

Podemos reconocer el momento de empezar a estimularlos –que no obligarlos– cuando se empiezan a dar ciertas circunstancias como: que los pañales duran secos más tiempo o que el niño pide que le cambien el pañal con más frecuencia, lo que indica que se empieza a sentir incómodo con ellos o que comienza a incomodarle el sentirse sucio o mojado. También pueden decirnos que quieren hacer pis como lo hacemos nosotros los mayores o directamente pueden pedirnos que les quitemos el pañal, que ya no lo quieren.

Evidentemente durante el proceso los niños pueden tener pequeños “accidentes” en los que se escape el pis o la caca (en la piscina por ejemplo se pueden hacer caca con facilidad debido a que se relajan muchísimo), eso sí, nuestra reacción no puede ser nunca llamarle cochino o reñirle y gritarle por haberse hecho encima. Debemos acompañarle, decirle que no pasa nada, que cuando esté listo esto no volverá a suceder . Debemos animarle para que no vuelva a pasar, pero sin presionarle. Y lo ideal es que el proceso de acompañamiento en este tema se lleve más o menos igual en los ambientes en los que se desenvuelva el niño: en casa, en la guardería, en casa de los abuelos, etc.

Y esas situaciones loquísimas con mis mellizos, de las que os hablé antes, en las que uno se meaba mientras yo estaba en el váter con el otro o que por pelearse para llegar al baño antes que el otro, se mearan los dos, nos sucedieron, pero no tantas veces como yo pensaba y tampoco tuve que seguir rastros de caca por los pasillos. Todo se dio –y se sigue dando pues aún son pequeños– con tranquilidad, sin agobios, sin prisas y con total naturalidad y eso que empezamos en invierno.

 

En la tienda encontraréis un librito maravilloso que os puede ser de ayuda, para los que estáis “en el lío” ahora mismo o para quienes creéis que vuestro niño ya está preparado para dejar atrás el pañal. Leerle acerca del tema enseñándole personajes que estén atravesando por este proceso les puede animar. Echadle un ojo… además… esta de oferta 😉

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sobrevivir a los berrinches

Padres y madres sorprendidos porque vuestros niños que, en plena calle o en la cola del supermercado, de repente se ponen a llorar y chillar como sopranos o se tiran al suelo, y sólo tenéis unos segundos para analizar: qué pasa, si se han hecho daño, qué dicen, cuánta gente os mira, si estáis molestando, pero sobre todo ¿qué hacemos para que paren?

Tranquilos,  todos los padres  hemos pasado por eso. El 80% de los niños entre 2 y 4 años tienen pataletas, es por tanto, una conducta normal en los niños de esa edad (no la conducta preferida por los padres, pero si habitual), forma parte de su crecimiento personal y no lo podéis evitar. Sólo podéis intentar sobrevivir a esta etapa, es un paso más de la aventura de la pa/maternidad.

Los berrinches son su forma de expresar:  rabia, pena o frustración. Los niños de esa edad no tienen adquirido un lenguaje suficientemente elaborado para expresar sentimientos complejos,  no te imaginas a tu hijo diciéndote:» mami, te he echado de menos todo el día, en lugar de recoger mis juguetes sólo quiero que me abraces y estemos juntos, estoy cansado, sólo quiero tus mimos.» Entendéis a lo que me refiero? A nuestro hijo de 2 años cuando le decimos que guarde sus juegos, responde con los recursos que ya sabe utilizar: su cuerpo. Recurrirá a: llantos, patadas, golpes, tirarse del pelo, gritos…

Entonces, como padres, qué hacemos? pues… sobrevivir a los berrinches.

Estos son unos consejos para lograrlo:

  1. Mantén la calma, es fácil decirlo, pero cuando tu hijo te saca los colores y te hace pasar un mal rato, recuerda: respira hondo y no sientas vergüenza, no eres un mal padre/ madre sino  la madre o padre de un niño pequeño (además gritar o enfadarse sólo hará que la pataleta dure más tiempo).
  2. Detente donde estés, no lo saques a rastras, debes dejar que se desahogue.
  3. Acompáñale, ponte a su altura, busca su mirada sin tocarlo y no le des un discurso (en ese momento no escucha).
  4. Cuando empiece a bajar la intensidad del berrinche probar a buscar un lugar más tranquilo (también para que otros adultos no interfieran » pobrecito…, déjalo…,porque no…)
  5. Ya calmado, abrazarlo y explicar que entiendes su enfado pero, no cambies las reglas (si le has dicho que era hora de irse del parque y respondió con una pataleta, sigue siendo hora de irse. cuando se le pase, hemos de intentar que no crea que los berrinches son una herramienta útil para conseguir lo que quiere.) ofrecele una alternativa ( la mayoria de los niños olvidan muy pronto la causa del berrinche).

En resumen: paciencia y empatía.

Esperamos que os ayude.